Puesta en común del taller dirigido por el artista Seba Calfuqueo, que pretende aportar una reflexión contemporánea sobre la relación entre el ser humano y lo que entendemos como naturaleza, desarrollando un punto de ruptura en el que podamos entender que estos dos conceptos pueden coexistir.
“LiminaL” de Max Provenzano
Entre una salida cerrada y una puerta de cristal hay un territorio suspendido, un estado indeterminado. Partiendo de la idea de que lo que está fuera también está dentro, actualmente vivimos tiempos convulsos, desde lo global a lo personal -especialmente en mi caso-. Esta performance de Max Provenzano es, por tanto, una propuesta sobre situar el cuerpo en ese intervalo, ese límite, y mostrar a través de una imagen la permanencia de una frontera y la visibilidad de esa incomodidad. El cristal nos permite ver sin cruzar; la salida cerrada nos impide volver: entrada y encierro al mismo tiempo. Esta acción se manifiesta como un ejercicio de presencia -una resistencia silenciosa que acoge la indeterminación-, resultado del taller “Situar el Cuerpo”, dirigido por el artista Seba Calfuqueo.
{ Si-Tu_Ar na travesSia } por Eduardo Ibraim
Esta performance de Eduardo Ibraim, dirigida por Seba Calfuqueo y presentada en la Bienal BoCA como creación resultante del taller “Situar el Cuerpo”, inaugura en cada encuentro un momento “alertartístico”, en el que el cuerpo, los objetos, el sonido y la oralidad se entrecruzan. La obra refleja guerras que se repiten, fronteras que se estrechan y ecos del cambio climático cada vez más urgentes. El espacio de actuación como lugar de fruición se convierte en un territorio palpitante de desplazamiento y resistencia en medio de la inestabilidad.
“Triangulaciones” de Luís Godinho
Triangulaciones surge de la preocupación por la erosión de las estructuras democráticas y el progresivo recorte de las libertades individuales, especialmente durante la infancia. La performance cuestiona cómo la expresión de género puede funcionar simultáneamente como gesto de protesta y como vehículo para amenazar el mantenimiento de las matrices patriarcales. Apropiándose de la espacialidad fucsia creada originalmente por otro colectivo artístico, la figura en escena reconfigura este territorio como un campo de mutación continua. Su presencia camaleónica da cuerpo a un organismo en ascenso, en proceso de transformación, que convoca un linaje queer.