Encargada por la BoCA, “13 alfileres” es la nueva película de João Pedro Rodrigues y João Rui Guerra da Mata, una ficción que cruza devoción, deseo y espectros. Inspirado en un milagro atribuido a San Antonio y filtrado por la mirada inquieta de los directores, la película parte de un episodio leyendario para construir un relato contemporáneo sobre fe, venganza y desilusión.
La narrativa viaja por geografías y tiempos sobrepuestos: de la Lisboa medieval, donde todo empieza, al Madrid del siglo XVIII, espejado en la pintura de Goya, hasta la Lisboa de hoy, donde los milagros ya no se dan — o tal vez se hayan simplemente desplazado de forma. Con una mirada irónica y profundamente sensual, “13 alfileres” explora el lugar de lo sagrado en un mundo secularizado, poniendo en escena la persistencia de los mitos y de las pulsiones que los alimentan.
Rodado entre Lisboa y Madrid, la película es también un ejercicio de cinefilia barroca, en la que la teatralidad del gesto, la exuberancia de los espacios y la tensión entre lo visible y lo oculto construyen una atmósfera ritual y profana. El título remete a una antigua práctica de hechicería amorosa madrileña, evocando una dimensión íntima y violenta de la fe como cuerpo y como ficción.
“13 alfileres” tendrá una proyección exclusiva de su versión de trabajo en la recta final del ciclo “Malamor /Tainted Love”, lo que marca un nuevo capítulo en la colaboración entre dos de los autores más irreverentes del cine contemporáneo portugués.
Texto de João Pedro Rodrigues y João Rui Guerra da Mata
La BoCA – Bienal de Artes Contemporáneas nos invitó a realizar un cortometraje para esta edición de la bienal, en 2025, que se divide entre Lisboa y Madrid. Dos países vecinos que, por fin, se han atrevido a romper fronteras e idiosincrasias. Madrid fue la ciudad de los primeros viajes en solitario de João Pedro, cuando aún era adolescente. Lisboa es la ciudad que hemos filmado desde nuestro centro, el barrio de Alvalade, hasta que conseguimos escapar de ella, derivas que nos llevaron a Trás-os-Montes y, aún más lejos, a Macao y Asia, donde João Rui pasó sus años de formación. Pero la mitología de Lisboa, la mitología portuguesa, sigue persiguiéndonos. Una de las cuestiones centrales de nuestro trabajo ha sido la forma en que esas mitologías viven en nosotros y en nuestro presente colectivo. John Romão, director artístico de BoCA, nos recordó la «obsesión» de João Pedro por la Ermida de San Antonio de la Florida, de la que tantas veces le hablamos (John fue actor en la película Morrer Como Um Homem). Y recordamos que la última vez que la visitamos, en 2023, cuando se estrenó comercialmente en España la última película de João Pedro, Fogo-fátuo, había sido restaurada. Los sombríos colores de Goya explotaban en todo su esplendor.
El mito de San Antonio, presencia ineludible en la vida portuguesa, nos ha acompañado desde Morrer Como Um Homem, de 2009, donde Tonia, la protagonista, recitaba el famoso Responso a Santo António para encontrar objetos perdidos, pasando por el cortometraje Manhã de Santo António, de 2012, ya una película de
zombis en la madrugada del 13 de junio, hasta El ornitólogo, de 2016, una especie de biopic alegremente iconoclasta de la figura del santo.
La tradición madrileña, iniciada por las costureras devotas de San Antonio, que el 13 de junio, día de la fiesta del santo, echaban 13 alfileres en la pila de agua bendita de la Ermita de la Florida, ponían la mano sobre ellos y, según el número de alfileres que se clavaban en la palma, sabían cuántos pretendientes tendrían al año siguiente, fue algo que aprendimos al investigar sobre esta Verbena madrileña de tradiciones muy antiguas, equivalente a nuestras Fiestas de la Ciudad.
La forma de esta película mezcla la ficción experimental de terror con una especie de tragicomedia, en la línea satírica ibérica. Convocamos a compañeros de películas anteriores —Fernando Santos/Deborah Kristall y Alexander David de Morrer Como Um Homem, Cindy Scrash de A Última Vez Que Vi Macau, Cláudia Jardim de Fogo- Fátuo y otros— para que, finalmente, nos ayudaran a conjurar esta figura que nos persigue. Al igual que los frescos de Goya que, a pesar de representar un mito sagrado, lo trascienden y «profanan», abriéndolo a la sociedad de su Madrid del siglo XVIII, olvidando cualquier realidad temporal (el mito tuvo lugar en el siglo XIII) o ubicación geográfica (tuvo lugar en Lisboa). Porque lo que nos interesa, nos atreveríamos a decir que, al igual que Goya, es cómo la Historia, hecha de mitos y contradicciones, vive en nosotros, cómo corre por nuestras venas, cómo es real. Y esa realidad, cercana al prestidigitismo, solo en y con el cine conseguimos evocarla.
En cada nueva película nos gusta plantearnos nuevos retos, temáticos o técnicos. Vivimos obsesionados con la idea de no repetirnos, de buscar siempre un camino que aún no hayamos recorrido o que ni siquiera hayamos soñado trazar. Lo descubrimos con el «hacer», sabemos que ese es el secreto del trabajo artístico. Filmamos en formato IMAX: relación de aspecto 1,43:1 (hoy en la Cinemateca, además de proyectar una «versión de trabajo» porque aún no hemos podido terminar la película, y aunque el formato proyectado respeta la relación de aspecto con la que filmamos, la pantalla y la proyección no son IMAX). Al ser una película que parte de los frescos de Goya en la Ermita de la Florida, pinturas que se adaptan a las formas de la arquitectura, concretamente arcos, ábside y cúpula, tiene todo el sentido rendirles homenaje (porque también se trata de un homenaje) en una gigantesca pantalla cóncava. El cine siempre ha estado cerca de las cuestiones de espacio, de arquitectura y, en los tiempos actuales —de abandono de las salas de cine—, esa espectacularidad parece tener aún más sentido. Para combinarla con los personajes de los que están llenos los frescos de Goya: dudosos, misteriosos, fluidos. Incluso en eso son modernos.
João Pedro Rodrigues + João Rui Guerra da Mata